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martes, 14 de abril de 2020

Trilogía "La materia oscura" y otros libros de Philip Pullman

Trilogía La materia oscura, de Philip Pullman, 1997-2001.
His Dark Materials, 1995-2000.

Aurora boreal en Noruega
Un resumen general de la serie, sin hacer revelación o "spoiler" del final (luego sí hay, aviso), atendiendo solo a cuestiones muy generales, podría ser el siguiente: la expresión "materia oscura" (el "Polvo") aparece antes de la primera página de la primera novela, tras el título: está tomada de un fragmento reproducido de El paraíso perdido, un largo poema narrativo inglés de John Milton escrito y publicado a mediados del s. XVII. En los diez versos citados vemos al demonio parado "al borde del infierno" mirando un "espantoso abismo" que va a ser "tumba / no de mar, ni tierra, ni aire, ni fuego, / sino de todos juntos". Es un abismo "al que debe combatirse siempre" a no ser que Dios ("aquel que todo lo hace y puede") fabrique nuevos mundos "con sus materias oscuras". Conviene no olvidar estos versos de Milton porque no van a tener sentido hasta el final, hasta el tercer libro, aunque como se ve, estaban latentes desde el principio.
La trilogía tratará en parte de eso: la "materia oscura", responsable de la inteligencia en los humanos y de la vida los múltiples mundos en general, está desapareciendo en un abismo sin fondo, terrible problema que solo solucionará, si puede, la niña vaticinada por una antigua profecía de las brujas...

Pullman, Philip, Luces del norte, ed. Círculo de Lectores, Barcelona, 1997. Trad. Roser Berdagué.
Northern Lights, 1995.

La novela se divide en tres partes, cada una con sus capítulos: Oxford, Bolvangar y Svalbard. Son los nombres de los lugares donde transcurre la acción principal, que será protagonizada en este volumen exclusivamente por su protagonista, Lyra Belacqua.
La conocemos en el Jordan College de Oxford, donde vive y hace travesuras sin parar con la compañía de su "daimonion", un animal que todos los seres humanos poseen y que en los niños puede cambiar de forma a voluntad.
En el inolvidable primer capítulo, "La licorera de Tokay", Lyra se esconde en una pequeña sala donde su tío, lord Asriel, expondrá ante los expertos una serie de diapositivas ("filminas") tomadas en el lejano norte. En una de ellas, se ve, entre la aurora boreal (las luces del norte) una extraña ciudad de otro mundo...
File:High Street, Oxford, England, 1890s.jpg - Wikimedia Commons
High Street, Oxford, hacia 1890
Por no alargar, la trama acerca del modo de llegar a esa ciudad se mezcla con la de una banda, los "zampones", que rapta niños, entre ellos a Roger, el mejor amigo de Lyra, al que querrá rescatar.
25kartinok en Devianart
El primer libro es un caudal de maravillosos descubrimientos en un torrente de acción que prácticamente deja sin aliento al lector. Hay aparatos extraños (la famosa brújula dorada, un "aletiómetro" capaz de responder cualquier pregunta mediante una combinación de símbolos y que Lyra aprende a leer de manera espontánea e intuitiva), hay personajes ambiguos (la malvada Marisa Coulter con su mono dorado, lord Boreal), hay escapadas, persecuciones, reuniones clandestinas, viajes en barco, trineo y hasta globo aerostático; hay giptanos, osos polares acorazados, brujas que vuelan en ramas de pino, espectros de los acantilados que comen cuanto atrapan...
Todo ello sin caer en lo descriptivo, al servicio de una absorbente trama que gira y gira sin saber adónde irá, lejos del típico relato que ya desde el principio se sabe cómo va a terminar.
Para cuando se llegue al final, eso sí, aconsejo tener el siguiente volumen  a mano, porque termina por todo lo alto, nunca mejor dicho.
Este primer tomo es, sin duda, el mejor de los tres. Rebosa sorpresas, los personajes despliegan su personalidad paulatinamente y la historia, aun sin ser sencilla, no entra en las honduras filosófico-teológicas del tercer volumen.
Por cierto, me sorprendió descubrir al preparar esta entrada que Svalbard es un lugar que existe, un archipiélago noruego casi en el polo norte, el lugar habitado más al norte y que cuenta con más osos polares que personas. No tenía ni idea.


Pullman, Philip, La daga, ed. Círculo de Lectores, Barcelona, 1999. Trad. Dolors Gallart.
The Subtle Knife, 1997.

Es la novela más corta de la serie. En ella se introducen nuevos personajes, de los cuales el más decisivo será Will, un chico de nuestro Oxford actual que encuentra por casualidad un paso a otro mundo, donde conocerá a Lyra. Ambos se encuentran  en una ciudad "italiana" abandonada por los adultos: Cittàgazze o Ci'gazze.
"Out of Oxford", Nimbus2005 en Devianart
Will se hará sin pretenderlo con la daga del título, capaz de cortar el aire para abrir ventanas a otros mundos.
A los que ya buscaban a Lyra se unen los que buscan la daga, que son muchos de múltiples universos. Lyra se une a Will porque le gusta y porque el aletiómetro le dice que deben buscar a su padre, un explorador que se perdió diez años antes en el polo norte.
Otros nuevos personajes que se unen a la trama son la doctora Mary Malone, física de nuestro mundo, el chamán Stanislaus Grumann y los ángeles, que ayudarán a Will. De nuevo, la novela termina por todo lo alto, en un momento de máxima tensión.
Esta parte de la trilogía es de transición entre las otras dos. la acción avanza, claro, pero no demasiado, sobre todo sirve para enlazar el principio con el final; más que "cosas" que pasan, hay apariciones y desapariciones de personajes, objetos y mundos, además de nuevas revelaciones de cara a la parte final. La atmósfera mágica de Luces del norte queda en parte diluida por la irrupción de nuestro mundo cotidiano, aunque no se demora en él. Nuevas tramas paralelas a la principal y pasajes sin Lyra también contribuyen a difuminar ese ambiente tan especial del primer libro, algo que no se recuperará en el tercero.

Pullman, Philip, El catalejo lacado, ed. B, Barcelona, 2001. Trad. Dolors Gallart y Camila Batlles.
The Amber Spyglass, 2000.

"Falling", de yondoloki en Devianart
La novela se alarga pasando de las 300 páginas justas de la anterior a las 444 de esta. Parecerían buenas noticias, teniendo en cuenta la bomba que es esta saga. Pero -y es un gran pero- el final adolece de unos cuantos lastres que hacen que por desgracia se llegue a desear en algún momento un menor volumen. Lo primero: hay historias que no aportan nada de nada, como los mulefa que encuentra la física Mary en otro mundo. Todo eso es suprimible.
Lo segundo: la muy madura y sensata Lyra se deja llevar por el arrebato de visitar a su amigo Roger, que muere al final del primer libro, en el mundo de los muertos, nada menos. Ya que hay daga para ir, allá vamos.
"Gracious Wings" (Alas Airosas),
labarbara en Devianart
Lo tercero, y es profundo: vale que Mary, antigua novicia, se dé cuenta de que la vida de monja no es vida y opte por salirse. Vale que pierda la fe y no crea en Dios. Pero de ahí a presentar a Dios como un anciano senil e idiotizado al que maneja un violento ángel (Metatrón) que a su vez es tan tonto como para dejarse seducir por los "roneos" de Coulter... ¿Seguimos en la onda de fantasía para jóvenes o estamos en una invectiva personal contra la iglesia? El ataque es furibundo.
Lo peor, desde el punto de vista literario, en mi opinión, es que hay afirmaciones contrarias entre sí, algo imperdonable, además de confusión. Yo, que no me considero mal lector, me pierdo a veces: no existe Dios, pero sí existe. Lord Asriel no se sabe qué pretende en realidad (fundar la república del cielo, sí, pero ¿para qué exactamente?). Los mundos no se juntan pero una bomba en uno crea un abismo en otro. Un mundo no da paso a otro más que a través de las ventanas de la daga, pero desde la fortaleza de lord Asriel se ve, al otro lado del abismo, la fila de muertos que van a salir a donde los mulefa... Es todo muy desconcertante y confuso. Por desgracia, la saga va de más a menos, pero sin duda, es una bomba y una obra de fantasía fresca, alejada de los tópicos de espadas, dragones, magia, etc.


Pullman, Philip, El Oxford de Lyra, ed. B, Barcelona, 2004. Trad. Enrique Sánchez Abulí.
Lyra's Oxford, 2003.

Estéticamente, es un bello librito, pequeño y muy cuidado, con bonitas ilustraciones de John Lawrence, falsos anuncios publicitarios, una postal de Mary y un mapa desplegable de Oxford donde a los españoles nos puede resultar curioso enterarnos, por otras publicaciones de la editorial "Trotamundos", que en el mundo de Lyra la península ibérica se divide en Cataluña, Castilla y Portugal por un lado, y la República Vasca por otro.
La parte literaria consta de un único cuento: "Lyra y los pájaros", unos dos años posterior a los acontecimientos de El catalejo lacado. Es un cuento que no aporta nada ni tiene nada que ver con la historia anterior, salvo que hay una bruja y su daimonion. Se lee en unos diez minutos y su gracia consiste en saber un poco del personaje a su vuelta a casa, nada más.

el puente roto-philip pullman-9788466640206el espantapajaros y su sirviente-philip pullman-9788466629140Por otro lado, dejando aparte las últimas novelas de Pullman, donde vuelve al universo de esta trilogía, con el éxito se publicaron en España algunos otros libros del autor. Solo he leído El espantapájaros y su sirviente, que no recuerdo demasiado salvo que me pareció soso y aburrido, y El Puente roto, novela sobre una joven mulata que por ello se siente diferente en Gales. Quiere ser pintora como su madre, a la que no conoce. En un momento parece que va a despegar del realismo por la vía de la magia vudú, pero se queda en nada. La verdad es que son dos relatos bastante anodinos; nada que ver con la famosa trilogía.





domingo, 22 de noviembre de 2015

Nancy Springer

Afirmó Alejo Cuervo -director de la colección "Fantasy" de la editorial Martínez Roca, en el primer libro de Nancy Spriner publicado en España- que un "pequeño problema" que plantea presentar a esta escritora es que "no sabemos nada de ella [...] ni tan siquiera su fecha de nacimiento". Corría el año 1986 y no era tan sencillo como ahora informarse de estos autores a través de internet. Hoy día basta con una sencilla búsqueda para descubrir (en inglés) que Nancy Springer nació el 5 de julio de 1948 en Montclair, Nueva Jersey, EE.UU y que es una prolífica autora con más de cincuenta libros publicados a lo largo de cuatro décadas. 
De esos más de cincuenta libros son muy pocos los publicados en España: hasta que se tradujeron los tres primeros tomos de la serie Las aventuras de Enola Holmes: la hermana secreta de Sherlock Holmes entre 2009 y 2012, no habían aparecido más que El ciervo blanco, El Sol de plata y Apocalipsis. Comentaré esas tres novelas.

Springer, Nancy, El ciervo blanco, ed. Martínez Roca, Barcelona, 1986. Trad.: Albert Solé. Introducción: Alejo Cuervo.
The White Hart, 1979.

Es esta una novela de menos de 180 páginas en edición de bolsillo, que empieza y termina: demostración de que para escribir fantasía épica, no hace falta irse a los novelones río que llenan las baldas de los aficionados a este género. 
La obra arranca con el rescate de la princesa Ellid a manos de Bevan, un misterioso guerrero que se enfrenta en solitario a la peligrosa misión de pacificar la tierra de Isla. Además de las guerras locales entre diferentes reyes/señores, el mayor peligro viene del sur, donde los oscuros siervos de Pel, en su horrible fortaleza llamada el Pozo, se preparan para hacerse con el control de todo el territorio. 
Además de esta trama, se ofrecen otras: la ambición del padre de Ellid; los celos del primo de Ellid, Cuin, enamorado desde niño de su prima y que ahora se ve apartado por Bevan y la amistad entre Cuin y Bevan una vez que aquel acepta que su prima no será su esposa. Lo principal, sin embargo, es la trama épica: el eterno tema fantástico de la lucha del bien y el mal.
Springer se declara seguidora de Tolkien, por lo que no debe extrañar encontrar concomitancias entre su novela y El señor de los Anillos. Es de agradecer que lo reconozca, no como otros. En su obra hallaremos elfos en su valle idílico (¿no resulta un poco antipático ese desapego de los elfos en las obras de este género?), dragones custodiando tesoros, objetos mágicos (no anillos), caballos (muchos caballos), espadas y espíritus invocados a la lucha por los buenos para vengar sus asesinatos. Todo esto está en Tolkien. Hay cosas que no aparecen, claro, sobre todo hobbits y anillos, que restarían creatividad a Springer (sería demasiado calcado a Tolkien). 
Para mí, lo mejor son las escenas en las ruinas de Eburacon, lugar sagrado antaño; la vieja tejiendo el pasado y el futuro en un claro del bosque (viejo tópico metaliterario de la fantasía que en La historia interminable adquiere la forma de un viejo escribano encerrado en un huevo), la visita a la ciudad de Lyrdion, tomada por dragones, y el poético final, este sí tomado de El Señor de los Anillos: la partida en barco de los elfos a otras tierras. 
El tono es más lírico que épico o, dicho con otras palabras, predomina lo sentimental a lo bélico. El amor, la amistad, la ambición, la camaradería, la justicia, el amor a los animales y la naturaleza llena más páginas que las batallas (afortunadamente), aunque también leemos, está claro, muchos pasajes de hazañas heroicas. 
Los aficionados a la fantasía disfrutarán la obra, ya que reúne suficientes tópicos del género y está lo bastante bien escrita como para contentarlos, a ellos y casi cualquiera. Podría ser un clásico si gozara de más accesibilidad: esta es la única edición que se publicó de la novela. En este blog podemos leer otra opinión sobre El ciervo blanco.

Springer, Nancy, El sol de plata, ed. Martínez Roca, Barcelona, 1990. Trad.: Albert Solé.
The Silver Sun, 1977, 1980.

No es una continuación strictu sensu de la novela anterior: pueden leerse por separado. Los hechos de El ciervo blanco se mencionan como ocurridos mucho tiempo atrás y tan solo aparecerá un personaje común: la tejedora del bosque, mujer más allá del tiempo.
En esta ocasión, el que recorre Isla buscando su destino es Hal, joven marcado por un odioso padre que le torturó y de cuyas garras se ha escapado precisamente para luchar contra él y su tiranía. En su camino a través del inmenso bosque que cubre más de la mitad de Isla, encontrará un fiel aliado en Alan, otro joven con el que sellará un pacto de hermandad y junto al que luchará y buscará aliados a su causa. El camino, en gran medida iniciático, les deparará no solo batallas, sino también el descubrimiento del amor. La dama de Hal será Rosemary, hija de Pelys, señor de Celydon; y la de Alan será Lysse, una de las pocas elfas que permanecen en Isla, habitante del valle secreto en la cima de la Montaña de Veran.
Los dos amigos deberán luchar, además de contra sus enemigos, contra sus propias desavenencias y personalidades. Se alejarán uno de otro durante un tiempo por el malestar de Alan, preocupado porque no quiere condenar a la mortalidad a su amada (los elfos son inmortales pero deben renunciar a ello si se casan con un mortal).
Aparecen elementos que ya vimos en la anterior novela, como la invocación a los espíritus de los asesinados por el maligno rey Iscovar para que se unan a la batalla por la conquista, recuerdo del reclutamiento por parte de Aragorn de los caídos de Gondor en El Señor de los Anillos. El final es como el del otro libro y como el de El regreso del rey: los elfos abandonando Isla para marchar a "Elwestrand", la tierra más allá del mar. Los nombres élficos y las palabras en ese idioma abundan en este relato más que en el anterior. Sigue habiendo muchos caballos y, por desgracias, han desaparecido los dragones.
Aunque establecer paralelismos entre geografías y cronologías reales y fantásticas es arriesgado y falible, tanto el mapa de Isla como las referencias a que es la última tierra del este y más allá hay otro continente desconocido, llevan a pensar en las Islas Británicas. También la forma del mapa (una especie de triángulo con entrantes y salientes) y, especialmente, la distribución y forma de los ríos recuerda Reino Unido. Respecto a la cronología, las alusiones a los indeseados extranjeros del este, su religión (un hijo de Dios sacrificado por los hombres) y que su principal fiesta es cercana al solsticio de invierno, inevitablemente se relaciona con la llegada del crisianismo a esas tierras, sobre el siglo VII: la llamada "Edad oscura" de la historia de Gran Bretaña, fuente, por tanto, de leyendas.
El sol de plata no es tan brillante, me parece a mí, como El ciervo blanco. Algunos motivos son tratados de manera muy similar (amistad, fidelidad, amor) y han desaparecido elementos tan atrayentes como la ciudad tomada por dragones o los auguirios malditos (Bevan no podría ver el mar o tendría que marcharse, como sucede). En esta novela hay otros augurios, pero son menos ominosos y convencionales. El malentendido entre Hal y Alan, por otra parte, no queda claro.
Pese a todo, ambas novelas son las primeras de una serie de cinco. Seguro que tienen sus seguidores y no pasaría nada por traducirlas y editarlas. Hay libros infinitamente peores circulando por ahí.

Springer, Nancy, Apocalipsis, ed. Ultramar, Barcelona, 1992. Trad.: Albert Solé.
Apocalypse, 1989.

Nada tiene que ver esta novela con las anteriores: no se parecen ni en temática ni en espacio ni en época ni en personajes. Ni siquiera en género, porque si las anteriores eran fantasía épica, esta se sitúa entre los géneros de fantasía y de terror.
El lugar y época están perfectamente identificados: nos hallamos en la pequeña ciudad (inventada) de Hoadley, Pensilvania, EE.UU. La acción transcurre entre los meses de mayo y agosto de 1999. El libro se publicó diez años antes, así que entraría en la etiqueta amplia de "novela de anticipación". Sin embargo, el motivo de que el año elegido sea 1999 es por ser el último del milenio, posible fecha del Apocalipsis (ese que hemos sufrido unas cuantas veces ya, al menos una por milenio).
Hoadley es una ciudad de habitantes con mentalidad mezquina, conservadora, religiosa, obtusa, llena de cotilleos y maledicencias, donde se critica todo lo que se salga de su tradicional modo de vida y exigente etiqueta. Se ve mal, por ejemplo, que las mujeres monten a caballo, que es precisamente lo que impulsa a la protagonista a hacerlo. Cally Wiltimore practica equitación junto a la dueña del establo, Shirley Danyo, la novia de esta: Elspeth y Gigi Wildasin, enferma crónica de cáncer. Estas mujeres, concretamente Cally, serán las primeras en advertir los síntomas de una enfermedad que acabará con el pueblo y el resto del mundo extendiéndose como el Apocalipsis: una extraña plaga de cigarras con caras de bebé. Shirley advertirá de lo que ocurre a las autoridades, que se burlan de ella. Cally se lo dirá a su esposo Mark, empresario de pompas fúnebres, logrando que este la desprecie por algo más que montar a caballo y sufrir de anorexia.
Una trama paralela pero fuertemente imbricada en esta será la de Ahira, mujer despampanante surgida de la nada que atrae a todos los marginados de la localidad y alrededores: deformes, discapacitados, retrasados, lisiados, desesperados... para ofrecerles una solución real: Ahira posee poderes mágicos de curación. Se la relaciona con las cigarras-bebés y con una especie de gólem o zombi sexualmente insaciable que se parece mucho a Barry Beal, el lento ayudante de Mark en el negocio de preparar a los muertos, con una marca de nacimiento escarlata que le marca media cara.
La tensión entre Cally y su marido, las autoridades y Ahira, el pueblo y Shirley y todos con los fenómenos paranormales irán creciendo imparablemente hasta alcanzar unas cotas de tensión insoportables. Los monstruos se multiplican, los muertos salen de sus tumbas, la tierra se llena de agujeros que se tragan medio pueblo, las cigarras-bebé acosan a los habitantes, los inadaptados van creciéndose (su número debe llegar a 666)... Entre tanto, se va descubriendo la historia de Ahira, surge nada menos que el diablo en persona, con el que se ha llegado a un pacto y las cuatro mujeres se convertirán definitivamente en los cuatro jinetes del Apocalipsis: el hambre, la peste, la guerra y la muerte. No será la única transformación: habitantes del pueblo se convierten en monstruos y las peores profecías se cumplen. Si Cally y los demás no hacen algo, el diablo, en realidad las personas de Hoadley, acabará con el mundo.
La novela, cuyos personajes principales son mujeres y se toca de cerca el tema de la maternidad, la vida en pareja y el papel de la mujer en el matrimonio y la sociedad, no es un mero entretenimiento: abarca asuntos tan importantes como la lucha de sexos, la educación de los hijos o la libertad de acción de las mujeres. Nancy Springer introduce, además de estas, otras consideraciones  más literarias, como el poder de las palabras para transformar la realidad de un modo mágico. Se cita abundante lírica anglosajona. Como la edición carece de notas a pie de página, la mayoría pueden escaparse al lector español, pero otras son muy reconocibles, como el famoso poema de William Blake La rosa enferma (The Sick Rose). Algunas están escondidas, si es que son conscientes (p. 254: "Las hileras de casas color marrón rata cubrían las faldas de la colina como viejas harapientas sentadas en unos peldaños". En El mundo perdido, de Arthur Conan Doyle, leemos en el cap. 10 describiendo a pterodáctilos : "Cada uno posado en su propia roca, estaban los horribles machos [...]. Parecían gigantescas viejas sentadas, rebozadas en hediondos mantones de color tela de araña"). Sobre todo, se cita a Dylan Thomas y su inolvidable poema Fern Hill. Hay otros motivos atractivos y curiosos, como la feria abandonada con su tiovivo, los caballitos del carrusel, la manía de los adornitos de jardín o, de más calado: la inutilidad de la venganza y la capacidad de perdón. Reaparece el amor de la autora a los caballos y su aversión a la religión, al menos al cristianismo.
La novela de Springer, ejemplo de esa fiebre milenarista que se adueñó del mundo poco antes del año 2000, es un relato sólido y efectivo con capacidades que van más allá del simple relato entretenido de fantasía negra. Lamentablemente, está descatalogada, pero aún puede encontrarse de segunda mano a buen precio. Puede leerse otra opinión en este blog.



jueves, 8 de noviembre de 2012

Clive Barker. Novelas

Aunque Clive Barker, escritor inglés residente en Estados Unidos, es conocido sobre todo por sus cuentos, desgraciadamente aún no voy a hablar de ellos. Digo desgraciadamente porque son magníficos. No voy a hablar de ellos porque solo he leído dos tomos de los cuatro o cinco que tiene publicados en España y uno de ellos lo leí hace tantos años que no lo recuerdo bien.
Escribe relatos a medio camino del terror y la fantasía, predominando uno u otro en cuentos y novelas o manteniendo un conseguido equilibrio. Su fantasía, en todo caso, nunca es muy blanca, si bien yo creo que le gusta más esta que el terror y a ella dedica sus páginas más inolvidables. 
Por lo que he leído en sus libros, pienso que su tema favorito, su constante leit motiv, es el descubrimiento de un mundo de maravilla y magia detrás del oridinario al que solo se puede acceder muy costosamente y a través de severos sacrificios personales que algunos de sus personajes están dispuestos a realizar y otros no, pero se ven arrastrados a ese mundo extraño con sus leyes y todo lo que el cambio conlleva, sean metamorfosis permanentes o transitorias, pérdidas irreparables, imposibilidad de vuelta, incapacidad de readaptación, etcétera. También se da el happy end, no nos alarmemos. Pero ya digo que no es un escritor "para todos los públicos".
En cuanto a la calidad narrativa, sus novelas no conocen término medio: son muy buenas o malas. De las malas alguna se salva por las ideas, por el contenido, no por la forma. Otras, ni eso. Y las buenas, son excelentes, a la altura de sus cuentos. Vamos por orden.


Barker, Clive, El juego de las maldiciones, ed. La Factoría de Ideas, Madrid, 2010. Trad. Juan José Llanos Collado.
The Damnation Game, 1985.

Aún no apunta los temas que luego veremos en su obra, pero sí se aprecia la fuerte originalidad de su terror. A los personajes los mueve la codicia de algún tipo; en esto no es original ni, seguramente, se puede serlo; pero los distingue de otros personajes más, digamos, estándar, el que estos tienen un fondo de insatisfacción no económica, afectiva o sexual, sino intelectual, por la que están dispuestos a llevar una vida de privaciones a cambio de escasos momentos de placer o del contacto efímero con el objeto de sus esfuerzos, que puede ser la demostración de una teoría o el desarrollo de un pensamiento o el descubrimiento de que, efectivamente, hay algo más allá de lo visible. En esto es un autor, además en casi todos sus relatos, muy fáustico.
El terror de esta novela se desarrolla a brochazos gruesos más bien gore: hay mutilaciones, canibalismo, podedumbre (mucha) y, en un plano más sutil pero no menos terrible, vacío existencial y sufrimiento de seres inocentes (cachorros, niños). El trazo realista es de lo mejor: Barker no tendría precio como escritor realista. Sus personajes, dejando de lado las transformaciones que sufren, son tan absolutamente normales, tan conseguidos, que uno piensa que podrían ser los vecinos de la puerta de al lado o, por momentos, uno mismo.
En esta novela la balanza cae más del lado del terror y menos del de la fantasía, por lo que la recomiendo más a los que gusten de ese género. 
Afortunadamente, y contra lo que suele suceder, después de muchos años descatalogada e inencontrable, la han reeditado no solo en edición cara, sino también en bolsillo. Una buena noticia editorial, por fin.


Barker, Clive, Sortilegio, ed. Plaza y Janés, Barcelona, 1988. Trad. Roger Vázquez de Parga.
Weaveworld, 1987.

Sin duda, la mejor novela de Barker. Para mí, es su obra maestra y merece un puesto de honor no solo en su blibliografía particular, sino en la de la literatura fantástica.
Además de un impresionante despliegue de imaginación, la historia se encuentra sólidamente construida, prueba de que, si se toma su tiempo, cosa que no hizo con Cabal ni otras, el autor descuella muy por encima de otros escritores y otros productos. Como muestra, y sin desvelar nada, reproduzco el principio y el final:
Nada empieza nunca.
No hay un primer momento: no hay una única palabra o lugar de los cuales esta historia o cualquier otra brote.
Las últimas palabras de la novela, tras un espectacular y bello desenlace, son:
Porque nada empieza nuca.
Y esta historia, al no tener comienzo, no tendrá final.
Señalo esto como detalle de la preocupación por la estructura, la trama, en este caso de configuración cíclica. Entre medias, toda una historia de unos mundos encerrados en otros, en objetos cotidianos (una alfombra, un libro) y de unos personajes inolvidables, humanos (Cucos), con poderes mágicos (Videntes) y de otras especies (¿ángeles?).
La eterna lucha del bien y el mal, encarnada por personajes bondadosos y pérfidos, no es tan maniquea como cabría suponer: muestran sus claroscuros y medias tintas unos y otros. Se dan malos entrañables (Hobart) y buenos con egoísmos, dudas y fisuras (Apolline, por ejemplo) completados por una pléyade de secundarios tan vivos como ellos.
Los libros, partes, capítulos y apartados se sucenden en una lograda alternancia de cambios espaciotemporales y, sobre todo, de tempos, al modo musical: de Lento a Vivace, podríamos decir: momentos de máxima tensión repletos de acontecimientos enmarcados por remansos de extática paz o tensa calma. La lectura es trempidante y de este libro sí se puede decir eso tan publicitario de que se cierra con pesar o que cualquier cosa que leas después parecerá mala por comparación. No se entiende (yo, al menos) por esto mismo que no se haya reeditado desde 1987 o poco después. Se trata de ediciones hoy caras y difíciles de comprar. Mal destino para la mejor obra de Barker, que posee todas las cualidades para ser un best seller de altísima calidad.


Barker, Clive, Cabal. Razas de noche, ed. La Factoría de Ideas, Madrid, 2010. Trad. María Sánchez Salvador.
Cabal, 1988.

Parecerá que abogo por la coarción intelectual al decirlo, pero a mí me parece que algún editor, el que le publicó la novela o cuento o lo que sea esto en origen, debería haber hablado muy seriamente con Barker para que puliera lo que no pasa de ser un bruto, un  esbozo. Promete ser una obra magna y, de hecho, por internet y en las diversas publicidades del libro y la película, no se cansan de repetir (los interesados en obtener beneficios, claro) que es la novela de una peli de culto y que cuenta con miles de seguidores y patatín patatán. Vale. Pero al libro le faltan unos cuantos repasos para que no sea un diamante en bruto confundible con un pedrusco. La idea es buena, pero la forma... Hay redacciones escolares mejor escritas. Las razas de noche aparecen y viven bajo un cementerio. Punto. No esperes más. La novia del prota toma decisiones arriesgadas a partir de unos pensamientos que caben en un sello de correos y cuya profundidad es comparable a la de una palangana. El psicópata sí está más conseguido, pero seguramente sea porque su misma rareza, la de asesino en serie poseído por una personalidad alternativa somatizada o simbolizada en una burda careta (la que se ve en la portada, más o menos) lo aleja del lector corriente. En fin. ¿Merece la pena leerse? Sí, pero puede decepcionar. Se atisba lo que pretende, pero le faltó al escribirlo no sé si experiencia, trabajo, tiempo, ganas o motivación. Algo le falta, y creo que una nueva edición del autor "corregida y ampliada", como se dice en los manuales de texto, no le vendría mal. Encima, no está en bolsillo.


Barker, Clive, El gran espectáculo secreto, ed. La Factoría de Ideas, Madrid, 2012. Trad. Raúl García Campos.
The Great and Secret Show, 1989.

Transcurridos más de diez años desde que la publicara Plaza y Janés, por fin se ha reeditado esta segunda gran novela de Barker. Es la más importante después de Sortilegio y mantiene algunos puntos en común con aquella, como la fantasía oculta tras la realidad (ese es "el gran espectáculo secreto" del título, el del mundo de los sueños y las fantasías). En este caso no es una tierra lo que hay más allá, sino un mar: Quididad, maravilloso lugar que los seres humanos visitan muy pocas veces en la vida. Randolph Jaffe lo quiere visitar más veces, y para ello hará lo que sea: es el motor de su existencia, su obsesión. En la búsqueda de la consecución de su deseo arrastrará a unos cuantos personajes memorables algunos de los cuales parecen extraídos de sus cuentos, y estoy pensando concretamente en el de La últma ilusión, de los Libros de Sangre 4 (Sangre 2 en mi antigua edición de la editorial Martínez Roca).
La forma esta vez no desmerece de la historia, y se encuentra hábilmente tramada en una red de personajes interrelacionados, causas y efectos no siempre evidentes que se irán conociendo poco a poco y que arrojarán luz sobre nuevos hechos y personajes inquietantes como el extraño y ambiguo Kissoon atrapado en su bucle temporal cercano al pueblo-decorado del desierto (recuerda mucho a la ciudad semivacía del relato En persona, también de los Libros de Sangre 4). El tempo está tan medido como en una sinfonía: momentos para cada uno de los personajes, revelaciones trascendentes, amor, sexo, lucha, pasión, intriga, odios, etc. que se irán entrelazando en complejos cuadros cambiantes. La parte realista se presenta con tal verosimilitud que parece que asistimos a un documental sobre la historia de una comunidad real estadounidense en Palomo Grove, de la cual se narra desde sus orígenes hasta su hundimiento. Aquí se dan cotilleos, voyeurismo, rivalidad de clases sociales, simpatías y antipatías, escándalos y vida de puertas para afuera y de puertas para adentro. De esta última, por cierto, me llamó la atención, como en El juego de las maldiciones, la cantidad de tiempo que pasa la gente en casa sin hacer nada o viendo la tele. Resulta raro y también difícil introducir esta nota en una novela, por muy corriente que sea esto en la vida diaria, y Barker lo borda.
La novela culmina con una extensa incursión en el mundo de la fantasía y un apabullante clímax con potencial destrucción del mundo entero, incluido sorprendente giro final con raíces históricas que se anunció antes en forma de enigma: ¿qué es Trinidad?
Si no se lee de un tirón es por sus 470 páginas de apretada letra de las que ninguna aburre o decepciona.


Barker, Clive, Hellraiser, ed. La Factoría de Ideas, Madrid, 2008. Trad. Marta García Martínez.
The Hellbound Heart, 1991.

El otro mundo, al que se accede a través de sacrificios severísimos, ocupa el centro de esta corta novela. Se inicia ex abrupto con un diálogo entre el aburrido y desencantado de la vida Frank y "la cosa" que le va a proporcionar el pase a lo diferente, previamente invocada por la abertura de una caja-puzzle antigua. El mundo extraño no se describe y solo Frank da algunos apuntes. En resumen, Frank trata de escapar de la dimensión a la que ha ido a parar para volver a la nuestra, y para ello necesita algunos sacrificios ajenos, esta vez involuntarios, y alguien que le ayude a dar el paso.
La verdad es que la novela no está mal. Me la esperaba peor por lo que había oído de la película, que no llegué a ver entera porque no me gustan las de ese género. Me temía que fuera a ser un libro más terrorífico, pero no lo es, o, al menos, el horror pasa por el tamiz de lo fantástico y es, a la vez, bastante humano y familiar (la cosa va de hermanos y cuñadas). El relato, que podría ser un cuento largo, se lee con interés y contiene buena parte de las recurrencias de Barker, algo de sexo añadido. Este es truculento, quizá reflejo de la tumultuosa vida sentimental del autor.
La portada es tan horrorosa que aunque el libro no fuera tan corto como es, se leería rápido para dejar de verla. Eso sí, es uno de los tres libros del autor que actualmente se pueden comprar de bolsillo, una buena noticia para lectores compulsivos.


Barker, Clive, Imajica: El Quinto Dominio / Imajica: La Reconcialición, ed. La Factoría de Ideas, Madrid, 2006. Trad. Ana Isabel Domínguez.
Imajica: Book I: The Fifth Dominion / Imajica: Book II: The Reconciliation, 1991.

Puf. Decir que son malos es quedarse muy corto. Para alguien que sigue fielmente a este autor desde que lo descubrió en el 91, que ha perseguido la pista de sus libros descatalogados infatigablemente y que cuando se entera de que ha salido una nueva novela corre a comprarla pese al precio de los dos volúmenes (caros), supone una decepción enorme y profunda encontrarse con esto entre las manos y no saber por dónde cogerlo. Después de finalizar un tomo a trancas y barrancas, encontré que el segundo seguía igual y tuve que abandonar su lectura cuando me quedaban no sé si como 50 o 100 páginas para acabarlo. Pero es que da igual, porque la historia (¿hay historia?) no avanza; los personajes (¿quiénes eran?) no aportan nada, la fantasía es escasa y ramplona; de la acción (¿hacia dónde iba y de dónde venía?) no recuerdo una sola palabra. Es que nada se salva. Es un rollazo que no merece la pena leer ni regalado. Horroroso. La decepción que deja es profunda y, si a alguien le ha gustado, que lo exprese, porque no he leído ni una crítica buena por ahí. Bueno, sí, pero pocas, breves y no entusiastas, desde luego. Es una novela mala hasta decir basta.


Barker, Clive, El ladrón de días, ed. Grijalbo, Barcelona, 1993. Trad. Enric Canals.
The Thief of Always, 1992.

Aunque inencontrable ya en papel, existe por la web, y merece la pena leerse, ya que el Barker para niños no pierde carga. Se aprecia el esfuerzo por domar el caballo de la imaginación furiosa y negra que podría haberle llevado a escenas bastante fuertes de haber sido dirigidas al lector adulto.
La historia del niño aburrido al que embaucan para ir a un lugar de  continua diversión donde siempre pueda hacer lo que quiera no es superoriginal, pero tampoco está demasiado vista. Recuerda al entrañable clásico italiano Pinocho, de Carlo Collodi, cuya lectura recomiendo por no ser exactamente, ni siquiera aproximadamente, como la película de Disney. Más recientemente, viene a la memoria Coraline, de Neil Gaiman, y esta vez (no como con Miéville y Vance), parece que no soy el único que ve muchas concomitancias. Se recoge algo en algún foro y en estas preguntas a Gaiman (en inglés, me temo). Él dice, si no lo entiendo mal (el inglés, otra vez) que cuando ya estaba a medio escribir Coraline, leyó la contraportada de El ladrón de días, y nada más, y que años más tarde leyó la novela y no se parece tanto a su libro como se temía. Bueno. Habrá que creerselo (yo no me lo creo).
El libro, si bien dulcificado y con final feliz, contiene escenas bastante terroríficas más en su potencial que en su plasmación. Son muy evocadoras las imágenes de una sucesión de días donde siempre es primaveral la mañana, estival la tarde, anochecer de Halloween y navideña la noche. El escenario lo forman jardines engañosos que contienen peligrosos lagos, una casa encantada que alberga un tétrico ático y un oscuro sótano. Hay personajes escondidos y ambiguos, gatos que encuentran los caminos secretos (¿seguro que no se asomó por ahí Coraline?) y magia. Todo ello rodeando seres puros e inocentes: los niños.
Es un libro fantástico original y entretenido que se lee de un tirón y al que decoran atinadas ilustraciones que creo que son del mismo Barker, que también es dibujante.


Barker, Clive, Demonio de libro, ed. La Factoría de Ideas, Madrid, 2009. Trad. María Sánchez Salvador.
Mr. B. Gone, 2007.

Aunque he escrito que no conoce término medio y que sus novelas son buenas o malas, esta parece ser mediana: no es mala pero tampoco es una novela memorable, la verdad.
Por motivos que se aclararán al final de la novela, un demonio se ve atrapado en el libro que leemos, en el cual él mismo cuenta sus hazañas, en primera persona, desde que lo pescan, literalmente, del noveno círculo del Infierno hasta mediados del siglo XV. El demonio apela al lector de una forma cansina y poco convincente en fragmentos cortos que alternan con el relato de sus correrías en compañía de otro demonio: Quitoon. Lo que hacen juntos es dedicarse a matar a quien quieren y poco más. Al final hay un encuentro de la fantasía con la historia y el señor B. (Botch, el demonio) paga el pato de su curiosidad.
Me recordó a un entrañable libro que tenía olvidado y que ahora tal vez relea: No soy un libro, de José María Merino. El juego tipográfico, por lo menos, era más divertido.
Este (vuelvo al de Barker) se deja leer sin mayor trascencencia. Ya digo que es más bien mediocre, si bien entretiene y, además, se ha publicado también en bolsillo.
Parece ser que en breve van a publicar Everville, la segunda parte de El gran espectáculo secreto. Habrá que ver cómo prosigue. Para mí, se cierra perfectamente, pero bueno. Siempre es un placer leer a Barker. Ya comentaré sus cuentos.

Barker, Clive, Abarat, ed. Oz, Barcelona, 2015. Trad. Vicky Vázquez
Abarat, 2002.

Es la primera novela de una serie que en inglés lleva ya tres volúmenes publicados. Yo no lo sabía, entre otras cosas porque la editorial no se ha "molestado" en informar de ello. Hay que tenerlo en cuenta porque, claro, la obra no termina. La historia de Candy Quackenbush, joven de la ciudad de Chickentown, inventada en Minnesota, Estados Unidos, no hace más que empezar. La chica, aburrida de tanta mediocridad y de los ataques de su profesora y compañeros de clase, se escapa del colegio para encontrar en medio de la nada un extraño faro de madera, un personaje con varias cabezas y una especie de ogro horrible que lo persigue. Candy desencadenará un mecanismo mágico (tema habitual en Barker) que hará que nuestro mundo y el de Abarat, archipiélago de veinticinco islas, conecten. De nuevo, el mar de la fantasía, como en El gran espectáculo secreto.
En el nuevo mundo, repleto de extraños seres, fauna y flora pecualiares, además de magia, Candy no pasará desapercibida: pronto la buscan los malos malísimos y pronto también encuentra ayudas inesperadas.
La imaginación de Barker es portentosa y su dominio del ritmo narrativo también. A través de una serie de persecuciones, huidas, entregas, pérdidas, caídas, reencuentros, búsquedas, descubrimientos y revelaciones, el autor nos introduce en el maravilloso mundo de las islas del reino mágico de Abarat. La lectura llega a poseer un interés vertiginoso: volvemos a leer al mejor Barker, sea para niños o no (la obra no es especialmente infantil). Pero, como decía, no termina. Nos quedamos con la miel en los labios. ¿Sacará esta editorial las otras dos partes de la obra existentes hasta el momento? Esperemos, y esperemos que no tarde mucho en hacerlo.


viernes, 22 de junio de 2012

China Miéville. Toda su bibliografía en castellano

China Miéville, escritor (hombre) inglés, saltó a la fama con  La estación de la calle Perdido, novela de fantasía original, larga, barroca, densa y deslumbrante, a la que siguieron otras dos ambientadas en el mismo universo, el del Bas-Lag, creación suya y que no parece inspirada directamente en Tolkien, lo cual es destacable en un libro de este género. A raíz del éxito, se han publicado en España otras novelas suyas: la primera y la última. Paradójicamente, también se han dejado de publicar otras que ya estaban, como El Azogue.
El viaje de Miéville al reino de la fantasía ha sido de ida y vuelta hasta el momento, pero yo creo que volverá: un autor con tal capacidad inventiva no puede quedarse en la realidad mucho tiempo. De hecho, comparadas con la exuberante fabulación del mundo de Nueva Crobuzón, parecen más realistas de lo que son las otras novelas que voy a comentar; pero su grado de ilusión es también sumamente elevado.
En esta entrada aparecen toda su obra publicada en español.

Miéville, China, El azogue, ed. Interzona, Buenos Aires,  2006. Trad. Marcelo Cohen.
The Tain, 2002.

En capítulos alternos se nos narra paralelamente la historia de Sholl, un superviviente de la guerra que ha devastado Londres, y la de un imago, enemigo de los seres humanos. Los imagos son seres habitantes de los espejos, obligados a reflejarnos por siglos desde que perdieron la anterior batalla contra el legendario Emperador Amarillo. Ahora, han encontrado la forma de escapar y el resultado se nos muestra en un Londres desértico, de pocos seres humanos asustados y huidizos. Los imagos han ganado la guerra, pero el protagonista Sholl no se resigna: busca una salida. En un camino paralelo, su homólogo imago se cruzará con él, buscando también una respuesta, en este caso más existencial. Al final, las historias de ambos, en un bello juego literario, se cruzarán simétricamente como reflejadas.
El juego de los espejos que reflejan Londres se retomará, de otra forma, en Un  Lun Dun.
La novela, corta (apenas 100 páginas), es interesante pese a los cabos sueltos y falsas pistas que deja en el camino. El tema invita a un tratamiento más extenso, tanto de la rebelión de los imagos como de la guerra y sus consecuencias. El final también reclama mayor extensión. Sin embargo, merece la pena leerse. Se basa en una de las entradas de El libro de los seres imaginarios: "Animales de los espejos", de Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero, maravilloso bestiario fantástico. A mí me recordó una novela infantil-juvenil que leí cuando iba al colegio y que recuerdo con mucho cariño, aunque no la he releído desde entonces ni la tengo en mi biblioteca: se trata de La rebelión de los espejos, de Stella Maris Moragues Fedele. Si no me falla la memoria, el argumento era bastante parecido. En un bellísimo cuento de las Fábulas y leyendas de la mar, del excelente Álvaro Cunqueiro leemos: Hubo una época en la que, en el mundo, mandaba un gran pez terrible, asistido de un poderoso ejército escamoso, los cuales ejercían sobre el hombre y los animales no acuáticos una terrible tiranía. Pero un día un gran emperador misterioso logró, tras cruentas batallas y por medio de grandes magias, encerrar al gran pez y a sus ejércitos en un espejo... ¿Habrá leído Miéville a Cunqueiro?
Este libro, el de Miéville, fue publicado el mismo año que La cicatriz, en plena efervescencia fantástica. Merece reeditarse, ya que es difícil de encontrar en español: la editorial Interzona no es grande y es argentina: solo editó 1.500 ejemplares ya inencontrables. 
Leer a Miéville es un placer. Ojalá traduzcan y pongan a la venta pronto sus novelas pendientes.

Miéville, China, El Rey Rata, ed. La Factoría de Ideas, Madrid, 2008. Trad. María Xoubanova Vázquez. 
King Rat, 1998.

Se trata de una inesperada revisión o epílogo del extraño pero muy conocido cuento El flautista de Hamelín. Y digo extraño porque es un cuento popular sin héroe y sin final feliz, donde el pueblo no queda bien parado y sufren los más inocentes: los niños, por no hablar de las ratas, que tampoco eran tan malas. Ambiguo, por tanto, muy adecuado para la base de una novela fantástica con toques negros.
Está ambientado en Londres y es muy urbano, pero el Londres que aparece es de callejones sin salida con cubos de basura -más parecidos en su imagen a los que aparecen en algunas pelis de Nueva York-; tejados inclinados y cornisas; oscuros túneles de metro; estaciones abandonadas; mohosas barcas en el río Támesis; calles recorridas a toda velocidad por una bici y, sobre todo, la ciudad bajo la ciudad: las cloacas. Está claro que el autor necesita una urbe a su medida para desarrollar adecuadamente la trama de sus narraciones, y esa será la Nueva Crobuzón posterior, cuyo germen vemos en este fantasmal Londres.
Aparecen curiosos personajes, también híbridos, que circularán libres por sus novelas posteriores. Simplemente diré que es muy original que en literatura se presenten animalizaciones literales (los reyes de las ratas, de las arañas -Anansi- y de los pájaros -Loplop-) con forma humana: algo más propio del teatro y que parece que el autor tomó de una representación de pantomima que vio de niño, según se cuenta en una Nota sobre el autor al final del libro.
Los jóvenes protagonistas son lo que en España llamaríamos "bakalas", sin sus connotaciones de drogadictos pasados de vueltas y "malotes". Estos son buenos chicos, apasionados de la música jungle: en fragmentos descriptivos aparece un amplio repertorio de términos musicales: boom, drum'n'bass, línea de bajo, samples, loopear, etc.
Hay un detective inteligente y tenaz: Crowley. Reaparecerá en el Borlú de La ciudad y la ciudad y en el Baron de Kraken.
En definitiva, a mí me parece una buena novela y me gusta el toque que le da la música electrónica, muy de los últimos noventa. Aquí hay una canción del año en que se escribió el libro, el 97, de música electrónica con flauta: Ali Baba, de Dreadzone. No es jungle, creo, asi que se puede escuchar plácidamente.

Miéville, China, La estación de la calle Perdido, ed. Puzzle, Madrid, 2006. Trad. Carlos Lacasa y Manuel Mata.
Perdido Street Station, 2000.

Nueva Crobuzón era la ciudad que reclamaba Miéville y que construyó a medida, con sus barrios dedicados a las diferentes extrañas razas que la habitan, y con su mundo alrededor, el del Bas-Lag. La ambientación ocupa muchas páginas que algunos leerán con agrado y a otros les resultarán tediosas por ralentizar la acción. A mí me gustaron porque las considero lo principal, más allá de la historia del garuda sin alas o los seres voladores que envenan el sueño de los urbanitas. La construcción de un universo con su geografía, estados, historia, culturas, habitantes, flora y fauna, leyes, etcétera, no es algo fácil, y el autor lo consigue, así como alejarse, escaparse de la realidad, lo cotidiano. Es un universo absolutamente remoto, sin referencias al mundo habitual. Resulta muy complicado conseguir este empeño sin fisuras, de un modo coherente, y yo creo que Miéville lo consigue sobradamente. Por otra parte, la acción en sí, el aspecto narrativo, es atractivo y atrapante: una sucesión de clímax y anticlímax esporádicos que aceleran de la mitad hacia el final y que mezclan varias tramas de formas insospechadas, a lo que contribuye cierto surrealismo reconocido y reconocible en, por ejemplo, las figuras de los rehechos o en, una de mis favoritas, las Tejedoras, "gigantescas arañas multidimensionales" (esto pone en el artículo de la Wikipedia sobre el Bas-Lag), o la embajada del Infierno en la ciudad.
Una fantasía de este calibre para mí se encuentra a la altura de La historia interminable o El señor de los Anillos, más cercana al primero, sin ser tan blanca, que al segundo. Repito que me parece destacable que alguien escriba fantasía pasando de Tolkien, que bastantes imitadores tiene ya.
Se suele etiquetar este libro y los de este tipo como "steampunk": toques victorianos, magia, oscuridad, poderes, barroquismo, preciosismo en la maquinaria, etc. Bueno, etiquetas.

Miéville, China, La cicatriz, ed. La Factoría de Ideas, Madrid, 2002. Trad. Manuel Mata Álvarez-Santullano.
The Scar, 2002.

Se alude a los hechos de la novela anterior como sucedidos hace tiempo, pero no aparecen los mismos personajes ni siquiera el mismo lugar: se pueden leer por separado, aunque es mejor respetar el orden para que la inmersión en el peculiar universo narrativo sea más completa.
La protagonista, la lingüista Bellis Gelvino, realiza un viaje por mar cuando el barco en el que viaja de vuelta a Nueva Crobuzón es secuestrado por unos piratas que lo llevan a la ciudad flotante de Armada, compuesta de barcos. El escenario cambia, ya que aparecen las islas de los Anophelii, el Océano Hinchado, la alucinante ciudad submarina de Salkrikaltor, la cicatriz del título, etc.
A mí me gustó más que el anterior; está mejor, lo cual tiene mucho mérito en una (cuasi)continuación. La acción es trepidante, con sus remansos; las criaturas, más inquietantes aún (aparece un vampiro amable; los odiosos grindylow; los anophelii); la magia es original y se mezcla con, sorprendentemente, trazas de novela de espionaje (el pasaje de la fábrica de brújulas) y extraños ritos y figuritas que recuerdan, vagamente, al Lovecraft de Cthulhu... Las descripciones y la acción de algunas partes quitan el aliento y el final es, literalmente, alucinante (delirante, onírico, irreal). Desde luego, con este libro se puso el listón muy alto.
Actualmente es inencontrable, ya que no se ha reeditado desde su primera edición, que se liquidó a 5 euros hace unos años. La editorial esta sigue unas líneas un tanto erráticas: si te gusta un libro suyo, conviene adquirirlo cuanto antes o esperar que lo liquiden, pero sin demorarse mucho porque te quedas sin él.
La ilustración de cubierta, de Edward Miller, es tan bella que merecería la pena tener el libro solo por verla.

Miéville, China, El Consejo de Hierro, ed. La Factoría de Ideas, Madrid, 2005. Trad. Manuel Mata Álvarez-Santullano.
Iron Council, 2004.

De las tres novelas del universo del Bas-Lag, es la más floja y aburrida. Dedica muchas líneas a la exposición de ideas políticas de tipo comunista. Nada que objetar en lo político, pero en una novela fantástica, estas ideas resultan chirriantes o, mejor dicho, resulta chirriante que no estén especialmente conectadas con la historia. Desde el punto de vista fantástico, lo más interesante son las aproximaciones de los del tren a la Mancha Cacotópica resultante de la Torsión en esa zona, donde "el espacio y el tiempo están enfermos". Aparece la magia de los gólems y, por otra parte, es muy interesante el desarrollo de la guerra fría entre Nueva Crobuzón y Tesh, guerra en la que esta última ciudad estado lanza terribles ataques taumatúrgicos contra sus enemigos.
El resto, ya digo, es un tanto banal y tedioso. No conviene comenzar a leer a Miéville por esta novela, o se corre el riesgo de no leer ninguna más. Cuesta llegar a la última de sus 428 páginas, aunque de momento no llegará nadie hasta que no lo reediten.
Un asunto algo espinoso es que, como diré más abajo al comentar La ciudad y la ciudad, el autor se "olvida" de agradecer a otros escritores sus contribuciones o aportaciones. Es decir, en una novela de 1974 titulada Un mundo invertido (Inverted World), de Christopher Priest, que comento en otro lugar, la localización principal es una ciudad rodante que avanza sobre unas vías que se van desmontando por detrás y colocando por delante. O sea, justo como El Consejo de Hierro. Mucha casualidad, ¿no?


Miéville, China, La ciudad y la ciudad, ed. La Factoría de Ideas, Madrid, 2012. Trad. Silvia Schettin Pérez.
The City & the City, 2009.

Como es habitual en los libros de autores ingleses y estadounidenses, al comienzo  de este se incluye una página de agradecimientos donde Miéville dice sentirse en deuda con, entre otros, los escritores Chandler, Kafka, Kubin, Morris y Schulz. Vale. ¿Dónde cita la deuda contraída con Jack Vance? Porque resulta que el planteamiento de la novela es casi exactamente igual que el del cuento de Vance Ulan Dhor, del libro La Tierra moribunda, 1950, que fue publicado por Ultramar en España en 1986.
Según avanzaba en la novela, sentía una fuerte impresión de déjà vu, de estar leyendo una ampliación del cuento de Vance, hasta el punto de que me costaba centrarme en la historia de Miéville. No contribuye a despejar ambigüedades el hecho de que una de las ciudades se llame Ul Qoma, nombre muy parecido al del héroe de Vance Ulan Dhor, ni que en el subsuelo de Ul Qoma aparezcan extraños artefactos parte de una maquinaria de los antiguos pobladores de la ciudad, mientras que en el cuento Ulan Dhor los habitantes de Ampridatvir viven sobre una inmensa maquinaria que espera despertar. Los habitantes del cuento de Vance se dividen en los Verdes y los Grises, y no se ven unos a otros: se ignoran profundamente a causa de los colores de su ropa. Esta selección cromática es constante en la obra de Miéville. Leemos en la página 120 de Vance: "Los verdes se detenían junto a tenderetes pintados de verde [...] Vio dos grupos de chiquillos [...] jugando a diez pasos de distancia, sin dirigirse los unos a los otros ni la más leve ojeada". En la página 195 del libro de Miéville leemos: "Hay lugares [...] donde los niños ulqomnos y los niños beszelíes trepan cada uno a un lado del otro y obedecen las instrucciones susurradas de sus respectivos padres para que se desvean". Bueno, hay bastantes más concomitancias. ¿Qué dice China de esto? En una entrevista para un blog en inglés que parece ser de arquitectura, BLDGBLOG, dice que hay analogías de ciudades divididas en el mundo real y que C. J. Cherryh escribió un libro con una ciudad dividida al igual que, en cierto modo, hizo Jack Vance. En otra entrevista que reproducen varios blogs en inglés, dice que le gusta el ciclo de La Tierra Moribunda (Dying Earth) de Vance. Bueno. Yo creo que debería reconocer y aclarar la inmensa inspiración que ha recibido de este autor, que es evidente para cualquiera que lea ambos libros.
Y centrándonos en La ciudad y la ciudad, hay que decir que es una narración que, como las ciudades de Ul Qoma y Beszél, está tramada entre fantasía y novela negra, lo cual la hace muy atractiva por su indefinición: no se sabe de qué lado va a caer finalmente. Creo que este es el mayor acierto de la novela. Se lee muy rápido y es apasionante, si bien algunos aspectos no convencen del todo: la Brecha, si es lo que se dice en la página 246 (no voy a desvelar nada para el que no lo haya leído), no cuadra con que sea algo que hace desaparecer para siempre a los que atrapa, y como esto algo más: el fondo ese de la división tan rígida pero tan quebrantable es bastante inverosímil, pero ya digo que atrapa irremisiblemente al lector.
Esta es su última novela publicada en España, pero es de 2009 y desde entonces ha publicado en inglés al menos otras dos: Embassytown, de ciencia ficción, y Railsea. Ojalá vean pronto la luz en el mundo hispano, así como algunas antiguas inéditas por aquí, como Kraken. Es un gran escritor que todo lector de ficción debe conocer.

Miéville, China, Kraken, ed. La Factoría de Ideas, Madrid, 2013. Trad. Beatriz Ruiz Jara.
Kraken, 2010.

Aunque su arranque -el robo de un calamar gigante del museo de Historia Natural de Londres con la consiguiente llamada a la policía- podria hacer suponer que nos encontramos ante una novela realista, pronto queda claro que no es así. Los elementos mágicos irrumpen con fuerza desdibujando una ciudad más o menos normal para dar paso a una gigante colmena de cultos esotéricos plagada de fenómenos paranormales.
La inspiración del fondo del relato: la ciudad de Londres considerada como objeto de culto, parece haber surgido de los párrafos iniciales del capítulo 13 de la novela  Howards End (1910), de E. M. Forster. En estos magistrales párrafos (es difícil encontrar párrafos que no lo sean en Forster), leemos: "Londres podría ser la cuna de una nueva religión; no la religión decorosa de los teólogos, sino una religión antropomórfica y cruda". Antes dijo: "Ya no está de moda hablar mal de Londres [...]. Londres fascina. Su imagen es la imagen de un cuerpo gris y palpitante, de una inteligencia sin objeto, de una excitación sin amor; un espíritu que cambia sin dar tiempo a que se escriba su crónica; un corazón que late sin pulsación humana, más allá de cualquier otra cosa". Recuérdese lo que he subrayado cuando se lea el final de Kraken.
Como es habitual en Miéville, dos tramas entrelazadas se superponen desde el principio alternándose, cruzándose, encontrándose y desviándose: la búsqueda del calamar gigante, considerado un dios por una de las sectas londinenses (los teuthis o "krakis"), y la indagación de las causas del robo, sin sentido aparente, llevada a cabo por varias facciones que a veces se ayudan y a veces se estorban entre sí. Están los buenos: Billy Harrow con los teuthis y la policía, sin actuar juntos; y los malos: los demoniacos Goss y Subby y la despiadada banda del Tatuaje. Paralelamente, la inocente Marge, novia de Leon, asesinado en el capítulo 9 por Goss y Subby, emprende la peligrosa búsqueda de su novio primero y la venganza después por un camino que la llevará a recorrer cultos y  extrañas embajadas: la del mar. Esto recuerda la embajada del Infierno de La estación de la calle Perdido. Otra imagen original de Miéville, retomada de El Rey Rata, es la chica pegada a unos auriculares. En este caso, Marge adquiere un viejo iPod con un genio que se alimenta de música, un "guardacorde". Si va escuchándolo cuando haya problemas, correrá menos peligro. El genio funciona mejor con unas canciones y grupos que con otros. Miéville los detalla en una simbiosis increíble de magia, peligro, talismán y música pop que resulta sencillamente genial. El capítulo donde Margie compra el iPod, el 59, es asimismo profético. Su autor va dando pistas de cuál será el final sin que por ello deje de sorprendernos cuando llega.
La novela es trepidante desde el principio. Miéville sitúa como protagonista a un joven ignorante alrededor del cual se va desarrollando un fantasmal y brutal entramado que lo anonada a él a la vez que a nosotros, logrando nuestra empatía completa de lectores. Los impactos iniciales no decaen y la novela alterna descubrimientos, tramas, personajes, acciones, persecuciones, escapadas, violencia, suposiciones, revelaciones, pistas, falsas pistas, apariciones y magia a un ritmo creciente que alcanza cotas verdaderamente delirantes que impedirá al lector cerrar el libro. En ese sentido, más allá de que suscite profundas reflexiones, el libro es una obra maestra en su género. Es alucinante.
Por ponerle una pega, creo que merecida, es una obra cuyo único espacio es Londres: sus calles, arrabales, suburbios, lugares secretos... Quizá la nota de amor a la ciudad es muy subida. No conozco Londres, pero dudo que sea el cielo en la tierra, y tanta alabanza huele a chovinismo: "El puto Soho estaba de lo más encantador esa noche [...]. Marge jugaba con sus amigos y, simplemente, estaba en Londres". Suficiente para ser feliz. Hacia el final del libro cobrarán mucho protagonismo los "londromantes", consagrados a la adoración de su ciudad. Es parte de la ficción, pero tanto caerse la baba es chovinismo, o quizá interés político, además de que al autor le guste su ciudad, claro; pero es exagerado. De todos modos, la novela es apabullante; atrapa sin remisión a quien la empiece. Chapó.

Miéville, China, Embassytown. La ciudad Embajada, ed. Fantascy, Barcelona, 2013. Trad. Gemma Rovira.
Embassytown, 2011.

Por alguna razón, las pocas veces que se ha producido la unión de lingüística y ciencia ficción no ha dado buenos frutos. Seguramente, porque como dijo Chomsky, si un extraterrestre observara las lenguas humanas, llegaría a la conclusión de que todos hablamos la misma con ligeras variantes. O sea, que no podemos trascender nuestra capacidad lingüística ni, por tanto, imaginar algo que se salga de los modelos ostensión-inferencia y codificación-descodificación. Tampoco funciona lo de relacionar fonemas y psicología, algo que parece gustar a autores anglosajones (Jack Vance, Tolkien, Lovecraft, por citar algunos).
China intenta, en su primer libro de ciencia ficción, imaginar este imposible concibiendo unos extraterrestres cuyo lenguaje no cumple las características humanas de inmotivación o arbitrariedad de la palabra respecto a su concepto. La relación entre palabras y "cosas" es sumamente compleja, y es un motivo de estudio clásico de la filosofía y la lingüística que, en cierto sentido, quedó ya zanjado por Saussure en su Curso, por no hablar de Aristóteles ("las palabras habladas son símbolos"). Saltarse este principio para terminar cayendo en él es querer reinventar la rueda, y es la sensación que da cuando se termina de leer este libro. El motor de la acción es la alteración que supone en los extraterrestres escuchar su lengua de boca de unos peculiares humanos (la lengua de los Anfitriones, los "Ariekei", solo es entendida por ellos si es emitida por dos hablantes simultáneamente). Estos embajadores producen en los alienígenas un éxtasis comparable al de la droga que les induce a cometer actos violentos. La solución final vendrá por el descubrimiento de que los alienígenas son capaces, si se esfuerzan, en comprender y emitir palabras no motivadas por sus conceptos o referentes. Lo dicho: volvemos a la rueda. Además, el tema lingüístico es arduo y, aunque pueda parecerlo, se presta poco a la fabulación. Yo mismo, que por trabajo, estudio y placer leo mucho sobre lingüística, encontré la novela poco interesante y pesada. Seguro que alguien con menos interés en la materia la puede encontrar peor aún. La lingüística, por cierto, ya la introdujo Miéville con mayor éxito en otra de sus novelas: La Cicatriz, cuya protagonista es intérprete.
Mejor hubiera sido, en mi opinión, que explotara otros hallazgos como los de la cohabitación planetaria entre varias razas inteligentes, la fabricación de objetos semivivos o la exploración espacial tan original que plantea (el "ínmer"). Pero incluso para esta forma de recorrer el espacio recurre a términos lingüísticos sausserianos: "Este espacio donde vivimos [...] es la langue de la que nuestra realidad es una parole" (p. 48). El Curso de Saussure es un monumento, de acuerdo, aunque debemos reconocer que no vale para todo. Estos hallazgos, decía, lo mejor, aparecen como telón de fondo de una confusa historia sobre drogas lingüísticas, planes políticos de alto nivel y guerras absurdas.
Si por algo destaca la novela es por su atrevimiento; también es reseñable la gracia de la voz narradora, la de la protagonista, la inmersora Avvie; aunque visto de otra forma, la primera persona en una novela de este tipo, no centrada en lo psicológico o vivencial también puede verse como una limitación autoimpuesta por torpeza, un lastre más.

Miéville, China, Un Lun Dun, ed. Oz, Barcelona, 2015. Trad. Gema Facal y Joan Eloi Roca.
Un Lun Dun, 2007. 

Se supone que esta novela se dirige a un público adolescente, juvenil, aunque más allá de que la protagonice una quinceañera, puede leerse como cualquier otra de su autor; no es infantil ni facilona, en absoluto.
El relato está plagado de juegos literarios y metaliterarios, con referencias claras a la Alicia de Carroll y a otras obras. Seguramente, el argumento principal del libro se basa en el diálogo que mantiene Alicia con la oruga en la película de Walt (comentaré algo sobre esto al final).
El argumento es el siguiente: Zanna y Deeba, dos amigas de colegio y barrio, se encuentran, tras una serie de hechos raros (los animales las miran; gente que no conocen saluda a Zanna) persiguiendo a un paraguas roto por las calles de su barrio. Lo siguen hasta un sótano donde, tras dar vueltas a una especie de rueda/manivela, se encuentran en otra ciudad gemela de Londres: Alondres (la recreación del arranque de Alicia está clara). Allí el sol es el "asol", la luna es "muna", la basura está viva, etc. En Alondres, Zanna es saludada como la "Shuasí": la choisi en francés: la elegida. Se supone que es quien salvará la ciudad del ataque del terrible Esmog: una nube de sucio humo negro que se alimenta de fuego. Zanna, que realmente no hace gran cosa, encontrará un valiosísimo aliado en su lucha: Rotanrol, el Pasagüísimo, señor de los pasaguas: los paraguas rotos. Tras un ataque del Esmog a Zanna, no previsto por el Libro parlante, repleto de profecías fallidas y datos poco útiles, las amigas regresan a Londres a tiempo para evitar que el peligroso "efecto flema" haga que las olviden del todo sus familias y amigos. Ahí podría terminar el libro, cuando llevamos un tercio de la novela, entre los capítulos 30 y 33. Sería una novelita corta original, algo coja pero válida. Sin embargo, en un sorprendente giro que arrastrará otros cambios imprevistos y cada vez más y más sorprendentes y difíciles, el autor se supera a sí mismo arrancando la verdadera novela que llevaba dentro y que nos sumergirá en un mundo de bibliotecas interconectadas por kilómetros de abismos de repisas repletas de libros (la Fosa Recogepalabras); de barrios totalmente habitados por fantasmas (Espectralia) muy eficaces con la burocracia; de peligrosas jirafas carnívoras; huidas desesperadas; casas convertidas en junglas mortales; palabras que cobran vida; catedrales ocupadas por Viudanas Negras  (escalofriantes arañas gigantes que transportan ventanas a otros mundos, recuerdo de las Tejedoras de La estación de la calle Perdido), armas delirantes, capturas, escapadas, planes, traiciones, muertes, encuentros, desencuentros, apariciones y desapariciones... Personajes como los rehechos, cartones de leche animados (la mascota Cuajo), los binjas (cubos de basura luchadores como el de la portada), buzos misteriosos (Skool), animales de todo tipo, fantasmas, semifantasmas... lo más exótico aquí puede que sea la ministra de medio ambiente (Elizabeth Rewley). La variedad y suspense de las situaciones y personajes deja sin aliento. Es increíble cómo se suceden las maravillas a un ritmo frenético en una lectura a varios niveles: la historia, las referencias, la novela de género y la huida de los tópicos genéricos.
Miéville evita específicamente caer en tópicos fantásticos, a veces negándolos sin más (los gatos son, precisamente, los animales que menos interés tienen en el viaje entre dos mundos), otras veces parodiándolos (la protagonista, que finalmente será Deeba y no Zanna, es la "deselegida"; debería pasar por las típicas pruebas heroicas ("-¿Qué se supone que tenía que hacer? [...]. -Bueno... -dijo el libro-. Era lo típico de una elegida. Siete pruebas y en cada una recogería uno de los antiguos tesoros de Alondres. Al final, conseguiría el arma más poderosa de toda la aburbe", p.225). El Libro parlante se equivoca...
La referencia más reconocible es, decía, Alicia, de Carroll. Miéville recrea versionándolo el célebre diálogo entre Alicia y Humpty-Dumpty, el que reproduzco en la entrada que le dedico. En realidad, lo que hace es fusionar este diálogo con el que mantiene la Alicia de Walt Disney con la oruga subida en la seta; la oruga cuyos aros de humo se van enredando alredeor de Alicia y flotando. Parece que todo el libro se basa en estas imágenes, de hecho. Miéville cita otros autores. A la mayoría no los conozco. No cita, sin embargo, a Mario Levrero. No sé si lo habrá leído, pero a mí me parece que el episodio de la casa bosque está claramente inspirado en el cuento La casa abandonada. Algo en la disposición de Un Lun Dun me recuerda también a Caza de conejos (la estructura en prólogo, 99 capítulos y epílogo), además de cierto surrealismo reconocidamente daliniano. Otras referencias, indirectas, que encuentro son a Terry Pratchett (el humor fantástico recuerda al de Mundodisco) y una graciosa alusión a Ron (p. 223), de Harry Potter, como el típico acompañante gracioso del héroe (¿pullita a J. K. Rowling?).
La novela es magnífica, eletrizante; el mejor Miéville. Es un placer leerla de cabo a rabo.