domingo, 22 de noviembre de 2015

Nancy Springer

Afirmó Alejo Cuervo -director de la colección "Fantasy" de la editorial Martínez Roca, en el primer libro de Nancy Spriner publicado en España- que un "pequeño problema" que plantea presentar a esta escritora es que "no sabemos nada de ella [...] ni tan siquiera su fecha de nacimiento". Corría el año 1986 y no era tan sencillo como ahora informarse de estos autores a través de internet. Hoy día basta con una sencilla búsqueda para descubrir (en inglés) que Nancy Springer nació el 5 de julio de 1948 en Montclair, Nueva Jersey, EE.UU y que es una prolífica autora con más de cincuenta libros publicados a lo largo de cuatro décadas. 
De esos más de cincuenta libros son muy pocos los publicados en España: hasta que se tradujeron los tres primeros tomos de la serie Las aventuras de Enola Holmes: la hermana secreta de Sherlock Holmes entre 2009 y 2012, no habían aparecido más que El ciervo blanco, El Sol de plata y Apocalipsis. Comentaré esas tres novelas.

Springer, Nancy, El ciervo blanco, ed. Martínez Roca, Barcelona, 1986. Trad.: Albert Solé. Introducción: Alejo Cuervo.
The White Hart, 1979.

Es esta una novela de menos de 180 páginas en edición de bolsillo, que empieza y termina: demostración de que para escribir fantasía épica, no hace falta irse a los novelones río que llenan las baldas de los aficionados a este género. 
La obra arranca con el rescate de la princesa Ellid a manos de Bevan, un misterioso guerrero que se enfrenta en solitario a la peligrosa misión de pacificar la tierra de Isla. Además de las guerras locales entre diferentes reyes/señores, el mayor peligro viene del sur, donde los oscuros siervos de Pel, en su horrible fortaleza llamada el Pozo, se preparan para hacerse con el control de todo el territorio. 
Además de esta trama, se ofrecen otras: la ambición del padre de Ellid; los celos del primo de Ellid, Cuin, enamorado desde niño de su prima y que ahora se ve apartado por Bevan y la amistad entre Cuin y Bevan una vez que aquel acepta que su prima no será su esposa. Lo principal, sin embargo, es la trama épica: el eterno tema fantástico de la lucha del bien y el mal.
Springer se declara seguidora de Tolkien, por lo que no debe extrañar encontrar concomitancias entre su novela y El señor de los Anillos. Es de agradecer que lo reconozca, no como otros. En su obra hallaremos elfos en su valle idílico (¿no resulta un poco antipático ese desapego de los elfos en las obras de este género?), dragones custodiando tesoros, objetos mágicos (no anillos), caballos (muchos caballos), espadas y espíritus invocados a la lucha por los buenos para vengar sus asesinatos. Todo esto está en Tolkien. Hay cosas que no aparecen, claro, sobre todo hobbits y anillos, que restarían creatividad a Springer (sería demasiado calcado a Tolkien). 
Para mí, lo mejor son las escenas en las ruinas de Eburacon, lugar sagrado antaño; la vieja tejiendo el pasado y el futuro en un claro del bosque (viejo tópico metaliterario de la fantasía que en La historia interminable adquiere la forma de un viejo escribano encerrado en un huevo), la visita a la ciudad de Lyrdion, tomada por dragones, y el poético final, este sí tomado de El Señor de los Anillos: la partida en barco de los elfos a otras tierras. 
El tono es más lírico que épico o, dicho con otras palabras, predomina lo sentimental a lo bélico. El amor, la amistad, la ambición, la camaradería, la justicia, el amor a los animales y la naturaleza llena más páginas que las batallas (afortunadamente), aunque también leemos, está claro, muchos pasajes de hazañas heroicas. 
Los aficionados a la fantasía disfrutarán la obra, ya que reúne suficientes tópicos del género y está lo bastante bien escrita como para contentarlos, a ellos y casi cualquiera. Podría ser un clásico si gozara de más accesibilidad: esta es la única edición que se publicó de la novela. En este blog podemos leer otra opinión sobre El ciervo blanco.

Springer, Nancy, El sol de plata, ed. Martínez Roca, Barcelona, 1990. Trad.: Albert Solé.
The Silver Sun, 1977, 1980.

No es una continuación strictu sensu de la novela anterior: pueden leerse por separado. Los hechos de El ciervo blanco se mencionan como ocurridos mucho tiempo atrás y tan solo aparecerá un personaje común: la tejedora del bosque, mujer más allá del tiempo.
En esta ocasión, el que recorre Isla buscando su destino es Hal, joven marcado por un odioso padre que le torturó y de cuyas garras se ha escapado precisamente para luchar contra él y su tiranía. En su camino a través del inmenso bosque que cubre más de la mitad de Isla, encontrará un fiel aliado en Alan, otro joven con el que sellará un pacto de hermandad y junto al que luchará y buscará aliados a su causa. El camino, en gran medida iniciático, les deparará no solo batallas, sino también el descubrimiento del amor. La dama de Hal será Rosemary, hija de Pelys, señor de Celydon; y la de Alan será Lysse, una de las pocas elfas que permanecen en Isla, habitante del valle secreto en la cima de la Montaña de Veran.
Los dos amigos deberán luchar, además de contra sus enemigos, contra sus propias desavenencias y personalidades. Se alejarán uno de otro durante un tiempo por el malestar de Alan, preocupado porque no quiere condenar a la mortalidad a su amada (los elfos son inmortales pero deben renunciar a ello si se casan con un mortal).
Aparecen elementos que ya vimos en la anterior novela, como la invocación a los espíritus de los asesinados por el maligno rey Iscovar para que se unan a la batalla por la conquista, recuerdo del reclutamiento por parte de Aragorn de los caídos de Gondor en El Señor de los Anillos. El final es como el del otro libro y como el de El regreso del rey: los elfos abandonando Isla para marchar a "Elwestrand", la tierra más allá del mar. Los nombres élficos y las palabras en ese idioma abundan en este relato más que en el anterior. Sigue habiendo muchos caballos y, por desgracias, han desaparecido los dragones.
Aunque establecer paralelismos entre geografías y cronologías reales y fantásticas es arriesgado y falible, tanto el mapa de Isla como las referencias a que es la última tierra del este y más allá hay otro continente desconocido, llevan a pensar en las Islas Británicas. También la forma del mapa (una especie de triángulo con entrantes y salientes) y, especialmente, la distribución y forma de los ríos recuerda Reino Unido. Respecto a la cronología, las alusiones a los indeseados extranjeros del este, su religión (un hijo de Dios sacrificado por los hombres) y que su principal fiesta es cercana al solsticio de invierno, inevitablemente se relaciona con la llegada del crisianismo a esas tierras, sobre el siglo VII: la llamada "Edad oscura" de la historia de Gran Bretaña, fuente, por tanto, de leyendas.
El sol de plata no es tan brillante, me parece a mí, como El ciervo blanco. Algunos motivos son tratados de manera muy similar (amistad, fidelidad, amor) y han desaparecido elementos tan atrayentes como la ciudad tomada por dragones o los auguirios malditos (Bevan no podría ver el mar o tendría que marcharse, como sucede). En esta novela hay otros augurios, pero son menos ominosos y convencionales. El malentendido entre Hal y Alan, por otra parte, no queda claro.
Pese a todo, ambas novelas son las primeras de una serie de cinco. Seguro que tienen sus seguidores y no pasaría nada por traducirlas y editarlas. Hay libros infinitamente peores circulando por ahí.

Springer, Nancy, Apocalipsis, ed. Ultramar, Barcelona, 1992. Trad.: Albert Solé.
Apocalypse, 1989.

Nada tiene que ver esta novela con las anteriores: no se parecen ni en temática ni en espacio ni en época ni en personajes. Ni siquiera en género, porque si las anteriores eran fantasía épica, esta se sitúa entre los géneros de fantasía y de terror.
El lugar y época están perfectamente identificados: nos hallamos en la pequeña ciudad (inventada) de Hoadley, Pensilvania, EE.UU. La acción transcurre entre los meses de mayo y agosto de 1999. El libro se publicó diez años antes, así que entraría en la etiqueta amplia de "novela de anticipación". Sin embargo, el motivo de que el año elegido sea 1999 es por ser el último del milenio, posible fecha del Apocalipsis (ese que hemos sufrido unas cuantas veces ya, al menos una por milenio).
Hoadley es una ciudad de habitantes con mentalidad mezquina, conservadora, religiosa, obtusa, llena de cotilleos y maledicencias, donde se critica todo lo que se salga de su tradicional modo de vida y exigente etiqueta. Se ve mal, por ejemplo, que las mujeres monten a caballo, que es precisamente lo que impulsa a la protagonista a hacerlo. Cally Wiltimore practica equitación junto a la dueña del establo, Shirley Danyo, la novia de esta: Elspeth y Gigi Wildasin, enferma crónica de cáncer. Estas mujeres, concretamente Cally, serán las primeras en advertir los síntomas de una enfermedad que acabará con el pueblo y el resto del mundo extendiéndose como el Apocalipsis: una extraña plaga de cigarras con caras de bebé. Shirley advertirá de lo que ocurre a las autoridades, que se burlan de ella. Cally se lo dirá a su esposo Mark, empresario de pompas fúnebres, logrando que este la desprecie por algo más que montar a caballo y sufrir de anorexia.
Una trama paralela pero fuertemente imbricada en esta será la de Ahira, mujer despampanante surgida de la nada que atrae a todos los marginados de la localidad y alrededores: deformes, discapacitados, retrasados, lisiados, desesperados... para ofrecerles una solución real: Ahira posee poderes mágicos de curación. Se la relaciona con las cigarras-bebés y con una especie de gólem o zombi sexualmente insaciable que se parece mucho a Barry Beal, el lento ayudante de Mark en el negocio de preparar a los muertos, con una marca de nacimiento escarlata que le marca media cara.
La tensión entre Cally y su marido, las autoridades y Ahira, el pueblo y Shirley y todos con los fenómenos paranormales irán creciendo imparablemente hasta alcanzar unas cotas de tensión insoportables. Los monstruos se multiplican, los muertos salen de sus tumbas, la tierra se llena de agujeros que se tragan medio pueblo, las cigarras-bebé acosan a los habitantes, los inadaptados van creciéndose (su número debe llegar a 666)... Entre tanto, se va descubriendo la historia de Ahira, surge nada menos que el diablo en persona, con el que se ha llegado a un pacto y las cuatro mujeres se convertirán definitivamente en los cuatro jinetes del Apocalipsis: el hambre, la peste, la guerra y la muerte. No será la única transformación: habitantes del pueblo se convierten en monstruos y las peores profecías se cumplen. Si Cally y los demás no hacen algo, el diablo, en realidad las personas de Hoadley, acabará con el mundo.
La novela, cuyos personajes principales son mujeres y se toca de cerca el tema de la maternidad, la vida en pareja y el papel de la mujer en el matrimonio y la sociedad, no es un mero entretenimiento: abarca asuntos tan importantes como la lucha de sexos, la educación de los hijos o la libertad de acción de las mujeres. Nancy Springer introduce, además de estas, otras consideraciones  más literarias, como el poder de las palabras para transformar la realidad de un modo mágico. Se cita abundante lírica anglosajona. Como la edición carece de notas a pie de página, la mayoría pueden escaparse al lector español, pero otras son muy reconocibles, como el famoso poema de William Blake La rosa enferma (The Sick Rose). Algunas están escondidas, si es que son conscientes (p. 254: "Las hileras de casas color marrón rata cubrían las faldas de la colina como viejas harapientas sentadas en unos peldaños". En El mundo perdido, de Arthur Conan Doyle, leemos en el cap. 10 describiendo a pterodáctilos : "Cada uno posado en su propia roca, estaban los horribles machos [...]. Parecían gigantescas viejas sentadas, rebozadas en hediondos mantones de color tela de araña"). Sobre todo, se cita a Dylan Thomas y su inolvidable poema Fern Hill. Hay otros motivos atractivos y curiosos, como la feria abandonada con su tiovivo, los caballitos del carrusel, la manía de los adornitos de jardín o, de más calado: la inutilidad de la venganza y la capacidad de perdón. Reaparece el amor de la autora a los caballos y su aversión a la religión, al menos al cristianismo.
La novela de Springer, ejemplo de esa fiebre milenarista que se adueñó del mundo poco antes del año 2000, es un relato sólido y efectivo con capacidades que van más allá del simple relato entretenido de fantasía negra. Lamentablemente, está descatalogada, pero aún puede encontrarse de segunda mano a buen precio. Puede leerse otra opinión en este blog.